La criopreservación de células es una práctica frecuente en los laboratorios dedicados al cultivo celular y especialmente en los que se producen herramientas de medicina regenerativa.
La técnica de criopreservación es la base de los llamados bancos de células o de tejidos. Consiste en someter a las células a un descenso cuidadoso y programado de temperatura hasta alcanzar los -155 °C en los que son conservadas en recipientes especiales conteniendo nitrógeno gaseoso. En estas condiciones las células detienen sus procesos vitales, no envejecen y se mantienen intactas y listas para volver a la vida.
La experiencia muestra que las células pueden ser criopreservadas por largos años. Tus fibroblastos así mantenidos, al ser implantados, no solo no provocarán reacciones adversas por ser autólogos, sino que actuarán con la potencia y eficiencia correspondiente a la edad en la que fueron obtenidos.
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